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El Periodismo es Mujer (robo filosófico-estético)
A veces las cosas hacen click y no hay más: el sentido se produce sin más retruécanos. Hoy me ha sucedido justo eso, una especie de minideslumbramiento producida por el ajuste inesperado de dos vídeos aparentemente en las antípodas y del que se deduce (y esa es mi única contribución) lo que digo: si The Future es Female, El Periodismo es Mujer. Vamos, lo que yo llamo mujer que es la sujeta subalternizada de toda la vida, sea cual sea su configuración biológica, pero definitivamente alejada del poder: pobres, racializadas, desidentificadas, habitantes de los límites. Me da mucha pena que se pierda mujer como herramienta filosófica y política vindicativa, más que nada por la hermenéutica que posibilita, pero el concepto es inservible si las mujeres blancas y burguesas no lo desocupamos para que logre acoger a las identidades oprimidas, también, por nosotras.
Creo que este vídeo que adjunto a continuación tendría que ser visto en todas las facultades e institutos. Lo que Cristina Fallarás nos regala es un relato de sentido que se nos ha hurtado y que ya no puede quedar por más tiempo en el armario: la manga ancha que la ciudadanía española demuestra a la hora de votar tiene origen en un relato de lo democrático fraguado, sobre todo, en Prisa, y que viene a convencernos de que cualquier pacto es válido con tal de progresar. Tal es el relato operacional que se instaló en la Transición y que continúa dando sus frutos hoy. Conviene ver el vídeo: Cristina lo explica con una pasión, un convencimiento y unas razones emocionantes.
Pero, antes de ver el vídeo, quisiera pediros que os fijarais también en la ponencia de Olga Rodríguez: de nuevo, cargada de pasión y de razones para denunciar el poco respeto que los periodistas le profesamos al mandato constitucional que protege nuestra profesión. Su impugnación del «periodismo equidistante» y del periodismo de declaraciones es un clamor que nadie se atreve a romper. ¡Brava! Como en el caso de Cristina, no hay por dónde cuestionar su narración, aunque yo sigo encontrándole mucha miga a la forma de su exposición. En ellas percibo yo una búsqueda de sentido a lo grande, totalmente desvinculada del ego, asentada en la experiencia personal pero elevada a la categoría de asunto público, sin retóricas de refuerzo de la propia valía. En suma, una notable ausencia del yoyoísmo habitual en estas performances que sí leo en las intervenciones de los dos periodistas, Fernando Berlín y Pere Rusiñol (ex redactor jefe de El País). ¿Percibís el impulso personalista o son imaginaciones mías?
¿De dónde viene esa pasión, esa rabia por la expulsión que infringen hoy los medios de comunicación a las periodistas que pretenden contar la realidad, esa tremenda moción de censura a todo el sistema? ¿Qué las carga a ellas de tanta razón e indignación que no alcanza a los mucho más circunspectos compañeros? ¿Cómo logran ellas afectar tanto más que ellos con discursos doblemente complejos? La respuesta la he encontrado, poco después, en otro vídeo, este protagonizado por Noelia Adánez. Se trata de su sesión sobre feminismo en la universidad de verano del Teatro del Barrio. Noelia problematiza filosóficamente el concepto de igualdad que manejan las instituciones en las que se maneja la sociedad para no asumir las reclamaciones de justicia de las mujeres. Después de verlo, me queda meridianamente claro porqué las mujeres estamos doblemente armadas para detectar y explicar las brechas por las que el sistema o cualquier subsistema nos expulsa.
Las mujeres estamos fuera del sistema, fuera de las instituciones, fuera de las leyes, desde que la Ilustración dio carta de naturaleza al individuo abstracto como base de su proyecto para la Modernidad. Pensar que los desarrollos legales e institucionales de los últimos tres siglos nos contemplan es engañarse, de la misma manera que las fuerzas antifascistas se engañaron para firmar el Pacto de la Transición. Lo institucional, el Periodismo incluido, es una ficción, un timo o, como dice Olga, «una farsa». Las mujeres lo sabemos de primera mano, porque sufrimos doblemente las expulsiones que el sistema produce cada vez más rápida y generalmente: la pobreza es solo la última vuelta de tuerca de la expulsión de la individuación de lo humano que sufrimos al nacer. Somos las extensas idénticas, el otro que distingue al uno, el objeto mudo e ininteligible. Nosotras sí tenemos un corpus teórico, una teoría explicativa y una narración sobre este proceso de expulsión que ahora impulsa el neoliberalismo porque ya se nos impuso en el Pacto de la Ilustración. Nuestra rabia no se contiene desde hace un año, un lustro ni una década, sino desde hace 300 años. Lo raro es que nos conformemos solo con rabiar.