Mujeres que comen
Me acaban de enviar una referencia a este grupo de Facebook «Mujeres que comen», compuesto por mujeres relevantes en el campo de la comunicación y las marcas. Mujeres que trabajan directa o indirectamente en las revistas de la obediencia femenina. Puedo leer en el nombre-manifiesto con el que se designan a sí mismas la satisfacción que les produce este acto psicomágico de liberación. No había encontrado hasta el momento una manifestación más libre y espontánea del corsé que imponen los soportes para los que trabajan.
Desgraciadamente, las mujeres que comemos sin más restricción que la propia voluntad no necesitamos manifestar especialmente que lo hacemos. ¿Cómo vamos a insistir grupo mediante en que comemos si lo hacemos todos los días? Sería un poco tonto… Quizá podríamos montar el grupo «Mujeres que no comen», con un mix palpitante de mujeres a dieta y mujeres pobres. Pero volviendo a ellas… ¡qué maravilla saber que precisamente este grupo de mujeres tienen tal necesidad de gritarle al mundo todo que comen! ¡Son tan libres que hasta comen! ¡Y se quedan tan anchas!
¿No es maravilloso, amigas?
Bueno, en realidad no se quedan tan anchas. No se ve mucha ancha en el grupo y tampoco parece que busquen ninguna anchura, tal y como manifiestan con una inocente broma a costa de unas señoras que, obviamente, sí comen.
¿Acaso se juntan para comer precisamente en fecha en que se ven liberadas para hacerlo? ¿Tal es el régimen de obediencia a la que se ven sometidas que han de celebrar que, en ese día, a esa hora y en ese lugar, VAN EFECTIVAMENTE A COMER?
Me asaltan más dudas acaso peores. ¿Será acaso esta otra fantasmagoría del marketing violento que quiere que las mujeres coman sin comer, que presuman de gourmands sin engordar, que se liberen pero dentro de un orden? ¿Acaso se juntan estas mujeres que comen para no comer, consistiendo este acto una manifestación incontrolable de un deseo autoreprimido? ¿Quién paga las comidas y, lo que es más importante, quién le ha puesto este nombre a esta cosa?