Jotdown y las Jefas de todo esto

Hace algún tiempo que vengo siguiéndole la pista a la evolución de la palabra Jefa. La escuché por primera vez en el mundonoche, donde un jefazo o una jefaza es un DJ que domina lo suyo, contundente y que te hace sudar. En realidad, creo que la primera vez que la escuché se refería a Helena Gallardo, mi DJ favorita. Ahí, en ese universo medio castizo medio guayses, jefaza comenzó a usarse rápidamente y mucho más en femenino para referirse a determinado tipo de mujeres no acomodadas, con control o de discurso fuerte. Le pregunté a tres mujeres que considero jefas, cada una en lo suyo, sobre su definición del epíteto.

Carmela Rosso, jefaza classic style, me dijo: «Para mí, una Jefa es una tía independiente, con personalidad y que dice y hace lo que considera sin preocuparse, más de lo necesario, de lo que piensen los demás».

Paka Díaz, jefaza pacifista, me contestó: «A mí me encanta como suena y siempre que lo leo me parece positivo, me parece que de refiere a una mujer que sabe muy bien de lo que habla, una grande».

Bárbara Ortega, jefaza cañera, opinó: «Para mí, ser una jefaza implica tener 2 buenos huevos y hacer las cosas con ganas y arriesgando. Una echada pa´lante con gracia y soltura y sin miedo a cagarla».

Hoy veo que Jefa ha alcanzado territorios definitivamente mainstream:

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Por lo general, una Jefa suele ser una mujer de cierta edad, la necesaria para haberse quitado de encima ciertas tonterías y haber adquirido otras tantas herramientas para lidiar con lo que se espera que una haga o diga en el espacio público. Por eso, las Jefas suelen ser incómodas. Jaleamos a las Jefas de fuera, pero a ninguna jefa (jefa vulgaris) le gusta tener una Jefa cerca. Qué pereza que la cuestionen o la pongan a una en evidencia. Es muy raro encontrarse con Jefas en los lugares de lo laboral que conozco: o disimulan o han sido aplastadas por la machine machista de las jerarquías de género.

Las Jefas, por tanto, no tienen muchas veces voz. En la radio, no son Jefas por tibias ni Montserrat Domínguez ni Angels Barceló, en los links bajopuestos se explica porqué. Sí es Jefa (que además emplea a otras Jefas) Julia Otero: aquí hay un momento en que le sale el rollo Jefa ante el apropiacionismo de lo femenino por parte del escritor Lorenzo Silva. Se necesitan más Jefas que les digan a los escritores que no practican la ética poética (ni la ética a secas) cuando vomitan modelos de mujer que son lesivos, inexistentes y repetitivos. Si buscan la identificación con la masa lectora, están ahuyentando a la mitad de la población. O, al menos, a las Jefas.

En los periódicos casi extintos no hay Jefas y apenas hay jefas.  Quizá por eso pasarán pronto a mejor gloria. Sin embargo, sí que hay periodistas que son Jefas con burka, imposibilitadas por la supervivencia para expresar su jefatura. En la tele sí que pudeira haber más candidatas a jefas porque a la tele le gustan mucho los excesos y una mujer que no se acopla siempre es vista como tal. Mercedes Milá, Ana Pastor… No se me ocurre ninguna más. Las que se me vienen a la cabeza no interpretan, en realidad, su papel, sino el de la máquina. No se salen ni un milímetro del guión. No se mueven, no se notan, no traspasan. Saben que a poco que cuestionen su frase, las ponen verde. Y quien dice verde dice zorra, hortera, histérica,  ciclotímica, gorda, anoréxica, fea, mala, loca… Etc.

Muchas mujeres podrían mostrarse como la Jefa que llevan dentro, pero prefieren no hacerlo. Se bartlebytizan, preferirían no hacerlo, no decirlo, no manifestarse, porque no tienen ninguna gana de exponerse en el circo romano por unas migajas de reconocimiento. Su reino no es el de ellos: candelabro, fama, entrevistas, figuración. Quiero pensar que es esa llamada «falta de ambición», y no prejuicio ante una revista francamente machiprogre, lo que explica la amarga queja del autodenominado CEO de JotDown, que se lamentaba ayer de que ninguna de las doce mujeres a las que había solicitado una entrevista había aceptado. Pareciera que a una Jefa hay que ponerle algo más por delante que una zanahoria en forma de autocomplacencia en blanco y negro. Para mas señas:

El asunto de las mujeres y JotDown y del machismo de una revista escrita desde, por y para lo masculino se salió ayer de padre en tuiter, donde quedó claro que a la marca JotDown no le hacen ninguna gracia las Jefas. Elena Cabrera, Barbi Hijaputa y Patricia Horrillo, Jefazas, tratarón de explicar al Ser JotDown porqué es machista, infructuosamente. El Ente JotDown decía no entender nada, aunque en realidad lo que hacía era no reconocer a estas Jefas como interlocutoras válidas (misoginia máxima) negándoles la agencia política, la lógica expresiva y la razón. La vaina JotDown repetía una y otra vez que no entendía nada o todo lo contrario, una manera más bien burda pero muy clásica de inferir que las mujeres somos seres inferiores que no sabemos explicarnos en el lenguaje de los entes superiores. Todo fue precioso y os animo a que exploréis los tuiteres de estas mujeres porque valen por un potosí.

Hoy me he acordado mucho de estas Jefas y de otras tantas que andan vendiendo sus contenidos o sus ideas o sus cuerpos o lo que tengan a mano por, con suerte, mucho menos de lo que valen. Porque hoy, fisgoneando en mi muro de Facebook, he visto dos o tres nuevos proyectos, de nuevo liderados por el macho blanco de rigor, de nuevo bajo el paraguas de cierta intelectualidad underground, de nuevo con el disfraz del esnobismo para iniciados, en los que no asoman no ya Jefas, sino simplemente mujeres. De las de siempre, sin revelar ni rebelar, de las que tienen talento pero (aún) no tocan los cojones. Y estoy negra de pensar en tantas editoriales y tantas revistas y tantas plataformas lideradas por hombres para hombres y con asuntos enfocados invariablemente para la mirada masculina, mientras que las mujeres seguimos atrapadas en la vindicación (que sí, que está muy bien), pero no nos hacemos con la creación.

¿POR QUÉ?

Un Comentario

  1. la topa

    Que aparezca una mujer ilustre en el mayor símbolo del capitalismo, la extorsión, la globalización, la mentira… y podría seguir toda la tarde. O sea que no se trata de derrotar este orden burgués -blanco y masculino- sino de entrar y participar en él. Ya entiendo: nos quejamos por estar fuera del banquete!!!

    El feminismo es algo más que «visibilidad»??

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  2. Fernández Hernández

    Si, yo tampoco quiero para mí el orden capitalista, pero quisiera que cualquier persona que así lo quisiera pudiera disputarle a ese hombre cualquiera de sus espacios, por miserables que fueran. Precisamente leo ahora mismo este párrafo de Rosi Braidotti que viene al caso: «Lo que me resulta sorprendente acerca de la política del empirismo feminista es su conservadurismo implícito: el statu quo no se desafía, sino que es meramente criticado por sus hábitos separatistas masculinos. Pero las feministas empíricas se sutúan inequívocamente y, a veces, en mi opinión, sin sentido crítico, del lado de la representación institucional, como si el hecho de «insertar a las mujeres» fuera suficiente». Fan, fan de Braidotti.

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