La experiencia masculina del corsé de género (ellos también lloran)
Todo el mundo ha de construirse dentro del sistema de género, es inevitable. Y muchas personas encontrarán dificultades y opondrán resistencia a encajar en ese marco, sobre todo las mujeres porque estamos en situación de inferioridad en el sistema. Los hombres, aunque sean el género de poder, experimentan (cada vez más) las restricciones del sistema de género y se rebelan contra él reivindicando espacios adscritos tradicionalmente a lo femenino. Detentar el poder conlleva privilegios sociales, pero no dudo de que también tenga un reverso tenebroso: en España se suicida el triple de hombres que de mujeres. Según las imperfectas estadísticas del INE, 2.724 hombres por 815 mujeres. En la franja de edad de los 25 a los 34 años, el suicidio es la primera causa de muerte entre hombres en nuestro país. ¿Cómo podemos explicar ese dato?
Este texto, escrito en 1995 pero aún tan tan tan vigente, me ha parecido bastante esclarecedor para hacer frente común, hombres, mujeres, transexuales, intersexuales, en la tarea de destensar el corsé de los géneros. Se introduce así: «Existe en la vida de los hombres una extraña combinación de poder y privilegios, dolor y carencia de poder. Por el hecho de ser hombres, gozan de poder social y de muchos privilegios, pero la manera como hemos armado ese mundo de poder causa dolor, aislamiento y alienación tanto a las mujeres como a los hombres. Esto no significa equiparar el dolor de los hombres con las formas sistemáticas de opresión sobre las mujeres, solamente quiere decir que el poder de los hombres en el mundo –cuando estamos descansando en la casa o caminando por las calles, dedicados al trabajo o marchando a través de la historia– tiene su costo para nosotros. Esta combinación de poder y dolor es la historia secreta de la vida de los hombres, la experiencia contradictoria del poder entre ellos».
Y puntualiza: «La existencia del dolor de los hombres no puede servir de excusa para actos de violencia u opresión a manos de éstos. Después de todo, el marco global para este análisis es el punto básico del feminismo –y aquí afirmo lo obvio–: que casi todos los seres humanos viven actualmente dentro de sistemas de poder patriarcal que privilegian a los hombres y estigmatizan, penalizan y oprimen a las mujeres.Más bien, el reconocimiento de tal dolor es un medio para poder entender mejor a los hombres y el carácter complejo de las formas dominantes de la masculinidad».
Más cerca en el tiempo (2011), dos antropólogas diseccionan la construcción social de la masculinidad. Extracto un párrafo espeluznante: «En resumen, la mayoría de los autores coinciden en que la masculinidad hegemónica es aquélla cuyos referentes son: homofobia, misoginia, poder, estatus y riqueza, sexualidad desconectada, fuerza y agresión, restricción de emociones e independencia y autosuficiencia».
¿Cómo no rechazar y desembarazarse de semejante marco de pensamiento y comportamiento?
Guille, el autor del texto que pego a continuación y que dejó como comentario a otro post, se ha desembarazado de él. Me interesa mucho lo que escribe porque muestra la presión de los iguales para no salirse del guión de lo masculino. Me recuerda al rechazo, censura e indignación que sufren los niños que quieren vestirse de niñas o viceversa. Rebelarse contra el sistema de género revela su arbitrariedad y eso da mucho miedo. Pensar que ese guión de la masculinidad y la feminidad que repetimos como un loros de generación en generación, que da sentido a nuestra existencia, que ha conformado nuestra subjetividad, pueda ser una mera convención… ¡Qué vertigo le da a algunos! Por suerte, cada vez le vemos mas las burdas costuras a este invento. Algunos hombres incluso exteriorizan lo injusto de sus privilegios.
Estoy algo confuso con este tema pero si te interesa mi experiencia vital la comparto, y no es mi intención poner estas vivencias a la altura de la exclusión y la distorsión a la que se ve sometida la mujer, por muy blanca y occidental que sea, así que desde la máxima humildad a la que un hombre privilegiado como yo puede aspirar, ahí va:
A mis 32 y con la boquita digital pequeña te digo que no me identifico (creo que nunca lo he hecho aunque no había reflexionado al respecto como ahora) con eso de ser un hombre: viril (¿qué es esto?), seguro de sí mismo, proveedor, protector, con esa condescendiente necesidad de tratar a las mujeres como princesas delicadas, seres de luz de otro mundo que deben ser protegidas y cuidadas porque ellas no pueden, o no saben. Me gustan las tías, claro que me gustan, mis relaciones sentimentales y sexuales han sido siempre con mujeres y me masturbo pensando en atributos físicos femeninos, hasta donde yo sé soy heterosexual, este hecho no es que sea especialmente relevante pero sí que me sirve para hacer hincapié que no es que me sienta excluido de ningún sistema, todo lo contrario, formo parte de él de pleno, pero aún así percibo, percibo no, sé, que algo no va del todo bien.
Nunca he tenido problemas en relacionarme con mujeres, bajo mi experiencia suelen ser mucho más comprensivas que los hombres que conozco, el mayor problema lo tengo al relacionarme con otros hombres, ahora más que nunca, antes ponía el piloto automático y me agarraba a lo aprendido y lo mamado desde pequeño: a las revistas guarras de mi padre en el cajón, a los favoritismos recibidos por las mujeres de mi vida solo por tener polla en detrimento de la autoestima de mi hermana, que aunque más pequeña bastante más autosuficiente e independiente que yo mucho tiempo antes; sí, ponía el piloto automático y entraba en el juego machista, que aunque sabía que algo iba mal no sabía muy bien el qué, o no quería ver el qué, pero nunca más, últimamente no me produce más que rechazo cada vez que detecto lo sexualizada que está la mujer a mi alrededor y rechazo aquellos comentarios y actos derivados de esto, comentarios como joder que buena que está esa, o las cabezas girándose al pasar de una falda o las miradas inquisidoras, los silbidos, los menosprecios, la cosificación constante de un ser humano, la poca empatía y la actitud brutalizada en el hombre así como la pasividad y la connivencia de la mujer ante esto; no quiero ser hipócrita, a mi también se me va la vista ante una mujer guapa, claro, no puedo evitar esos impulsos y tampoco quiero hacerlo, pero al menos intento ser discreto y desde hace tiempo no hago ningún gesto que pueda resultar violento para ellas.
Creo que en definitiva es eso, el sentirme aislado de pensamiento y de acción no solo entre conocidos desconocidos, sino además en mi propio núcleo de amigos más íntimo, el no poder expresar esto que expreso ahora tras el anonimato de Internet, y aunque no te lo creas escribo esto con los ojos húmedos, porque sí, porque soy sensible, inseguro, débil y endeble (femenino según la 6ª acepción de la RAE), y porque aún siendo todo esto no puedo serlo del todo, porque no será entendido por la mayoría. Y me repito, sé que esto es una gilipollez comparado con lo que han pasado las mujeres a lo largo de la historia, una mota de polvo en una tormenta de arena, pero aún así es mi experiencia y supongo que significará algo. Afortunadamente luego puedo leer blogs y me preguntan por estas cosas y voy yo y me explayo, supongo que esto es lo más parecido a ser pobre y que el gran Gatsby te invite a un fiestón, joder, es terapéutico y maravilloso y hermoso.
Gracias.
Hoy mismo, en relación al tema de la Pedroche, me dio por hacer una búsqueda de presentadores y presentadoras:
https://www.google.es/search?q=pedroche&safe=off&espv=2&biw=1517&bih=741&source=lnms&tbm=isch&sa=X&ei=J_azVNW1F8arUenEgOgE&ved=0CAYQ_AUoAQ&dpr=0.9#safe=off&tbm=isch&q=presentadora
https://www.google.es/search?q=pedroche&safe=off&espv=2&biw=1517&bih=741&source=lnms&tbm=isch&sa=X&ei=J_azVNW1F8arUenEgOgE&ved=0CAYQ_AUoAQ&dpr=0.9#safe=off&tbm=isch&q=presentador
Vale, presentadoras hay para todos los gustos, y seguro que algunas están influídaspor la sociedad ¿pero y los presentadores? ¿No veis cierta uniformidad? Casi todos de traje, casi todos de corbata, casi todos colores oscuros o apagados,… mucha menos variedad que en el caso de las mujeres. O bien los hombres nacen con un gusto para el vestir muy limitado, o bien la sociedad limita sus posibilidades. Hablamos mucho de como la sociedad condiciona a la mujer, pero con este ejemplo para mi está claro que condiciona también al hombre.
Realmente no creo en esa idea de los privilegios y el poder. Todos perdemos al estar en este sistema. No es que no reconozca que el sistema da al hombre opciones que no da a la mujer, solo que son opciones que no veo que mejoren en nada la vida del hombre. Ahí están las estadísticas de suicidio como se ha comentado. Con esto no pretendo negar ni mucho menos las injusticias que se cometen con la mujer, pero estas no están destinadas a mejorar la vida del hombre, sino a perpetuar un sistema heredado de otros tiempos.
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