Lo femenino y la paz, lo masculino y la guerra

Esto es lo primero que he leído hoy, en el muro de Facebook de Silvia Prada: «Guns, violence, war, radicalism… Too much testosterone!! Gender equality would bring peace to this world!!». Me ha recordado algunos textos que he leído últimamente y que tienen que ver con la guerra (la guerra en la que vivimos ya probablemente sin querer darnos cuenta de ello). Las mujeres (el otro género) son objeto de la violencia, casi nunca sujeto. Ha llegado un punto en que enmascaramos el hecho de que son hombres los que matan a las mujeres con el eufemismo «violencia de género». Cuánto miedo no habrá por parte de unas y cuánta tensión no habrán de soportar los otros que reciben la generalización. Dicen las expertas que la violencia contra las mujeres está generada por la rigidez del sistema de roles de género. ¿Por qué el mercado y el sistema educativo se empeña en fabricar hombrecitos y mujercitas? Cada vez me parece más violento el formateo de los niños. Pero, en fin, vayamos a las sabias.

Hay un libro de Carmen Magallón, doctora en Físicas y directora de la Fundación Seminario de Investigación para la Paz (SIPI), que se titula «Mujeres en pie de paz» en el que se explica divinamente que las mujeres no son ni mejores ni más pacíficas que los hombres: es un prejuicio de género. «La identificación entre mujeres y paz se apoya sobre dos bases: su histórico alejamiento de los aparatos de poder, de los ámbitos donde se toman las decisiones, de la política y de los cuerpos armados institucionales. Y dos, en la experiencia maternal (…). Ser madre y combatiente es una contradicción en los términos (…) Es importante hacer caer en la cuenta de que la unión simbólica entre muejres y paz fue acompañada de la exclusión de ambas de la política. La tradición que excluye a las mujeres es la misma tradición que excluye la paz: Mauiavelo, Clausewitz y la inevitabilidad de la guerra, Bismarck y la realpolitik. La política internacional considerada realista, práctica y patriota, se asienta sobre el derecho a la guerra. Est cercanía simbólica constituye, todavía hoy, una fuente de resistencia a la universalización del valor de la paz cuya asociación con lo femenino equivale en la práctica a una devaluación«.

Por supuesto, la asociación mujeres-paz se ha naturalizado como una verdad esencial (?), del mismo modo que es popular la afirmación de que la violencia es intrínseca al ser humano, cosa que la ciencia no respalda pero que legitima la uso de la violencia. La diferencia de base biológica aparece así como un valor prepolítico (maldito Rousseau) que no se pone en discusión (que no se ponía). «La dicotomía mujer pacífica-hombre violento no hace sino reafirmar unos estereotipos que no hacen justicia a la diversidad de unas y otros, al tiempo que niegan la capacidad de cambio y transformación que caracteriza al conjunto de las sociedades humanas».

«Tres guineas», de Virginia Woolf, no se lee tanto como «Mrs. Dalloway», pero debería. Elena Grau ha realizado un análisis del libro imperdible. «La singularidad de las mujeres con respecto a la guerra no es que ellas sean pacíficas por naturaleza biológica o social, sino que son ajenas al orden sociocimbólico que la sustenta». Para Woolf, el potencial de las mujeres para oponerse a la guerra no se basaba en la maternidad sino en su historica exclusión del poder y la riqueza. Copio lo que escribe Magallón al respecto de este libro: «La prevencion de la guerra requeriría, a su entender, el desmantelamiento del sistema patriarcal de sexo-género: la ruptura de la división entre esferas de varones y esferas de mujeres y la despolarización de la masculinidad y la feminidad. Porque no sólo la masculinidad con su contenido de agresiva afirmación contribuya a la guerra, también las mujeres son responsables al admitir y fomentar estas posturas. Los hombres, dice Woolf, han sido socializados en la creencia de que es mejor matar que morir y su virilidad depende del éxito alcanzado en dominar. Las mujeres a su vez son socializadas para aceptar la dominación, un actitud que interiorizan y transforman en conducta, una de cuyas manifestaciones es la de admirar y fomentar la figura del héroe«.

No es casualidad que Susan Sontag comience su ensayo sobre fotografía y guerra «Ante el dolor de los demás» citando «Tres guineas».

La tercera autora que quisiera traer a colación es Judith Butler a propósito de su libro «Marcos de guerra. Las vidas lloradas». La filósofa de lo queer continúa desarrollando su agenda filosófica en pos de la igualdad radical (de una democracia radical) gracias a su reflexión alrededor de lo precario, de la vulnerabilidad como la característica que une a los seres humanos (sin distinción de género, raza, clase), entendiendo la vulnerabilidad no como una disposición subjetiva (como una debilidad) sino como la apertura de cada ser humano a establecer lazos relacionales y a ser afectado por lo externo para una vida digna. Sobre este concepto neutro, por así decirlo, de vulnerabilidad y la ética igualmente radical de Emmanuel Levinas construye su apelación a la identificación con el otro, sobre el que no cabe más que sentirse una extensión.

Butler sostiene que la guerra está enmarcada/manipulada por los medios de comunicación para controlar y potenciar el afecto según interese a una una distribución desigual y políticamente inducida de la precariedad. Así, ciertas poblaciones son modeladas como destructibles y no merecedoras de ser lloradas, en lugar de cómo poblaciones vivas necesitadas de protección contra la violencia ilegítima estatal, el hambre o la enfermedad. El papel de los medios de comunicación en la regulación del afecto que sentimos por las vidas de los otros es escalofriante: ¿cómo se representan y porqué no se representan las poblaciones que parecemos abocadas a odiar? ¿Por qué nos sentimos tan dispuestos a sentir indignación ante unas muertes mientras otras nos provocan poco más que indiferencia? Butler explica, por ejemplo, como el factor de la iterabilidad (la repetición) que tan bien funciona a la hora de fijar las normas del género (lo masculino y lo femenino se perpetúan en los siglos gracias a la repetición de una norma que consideramos natural, aunque sea aprendida) es utilizada por los medios para fijar en nuestra percepción qué muertes han de ser lloradas y cuáles no.

Es necesario pensar en los marcos que nos suministran para que pensemos en los otros, porque no son inocentes. Pienso cada vez más en cómo han de caminar por el mundo las personas que no tiene acceso al conocimiento, académico o intuitivo (algunos necesitamos de las ideas para entender, pero hay quien se sirve de una maravillosa intuición para desarrollar una humanidad sin fronteras),  que permite descodificar estos marcos. En qué convierte el sistema a los hombres y mujeres que se alimentan de él sin la menor capacidad crítica. El horror, el horror.

  1. Quiero ser un hada (@quieroserunhada)

    Muy buen tema.

    Para mi el problema no está en que a los hombres se les eduque para ser violentos y a las mujeres para ser pacíficas, pues no creo que esto sea algo que se pueda educar. Más bien creo que se nos educa para aceptar que los hombres son violentos y las mujeres pacíficas. Esto hace que el hombre violento se sienta respaldado por la sociedad, y que vea legitimada su violencia. El resto de hombres no será violento por que nunca lo ha sido, pero tratarán de disimular su falta de violencia, no necesariamente con actitudes violentas pero si al mostrar apoyo a dicha violencia. En el caso de la guerra ningún hombre negaría su importancia por miedo a ser condenado como cobarde, por ejemplo.

    Por contra a la mujer violenta si que se la reprime claramente, cerrándole incluso el camino a cualquier forma «válida» de violencia, desde las fuerzas del orden a los deportes más agresivos.

    Naturalmente esto está cambiando, pero en ocasiones parece que la gente pretende reforzar dicho mensaje con esta clase de prejuicios. He oído a gente decir que si las mujeres gobernasen, la sociedad sería más pacífica, pero obviamente eso solo se basa en prejuicios, dado que las mujeres que han llegado a gobernar (Thatcher, Merkel, Aguirre,…) se han comportado como cualquier otro gobernante.

    Las personas somos todas diferentes, eso es cierto, pero solo en base al sexo no hay prácticamente nada que se pueda dar por sentado, y es ridículo hacer esa clase de distinciones.

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  2. Laura A

    Buenos días!
    En primer lugar me gustaría felicitarte enormemente por tus post. Te sigo, como la mayoría, tras tu artículo sobre «el bosque de Pedroche». He visto que en una respuesta a tu anterior artículo decías que solo te leían unas 50 personas (eso sería el 2014),en lo que llevamos de 2015 ya que te han citado hasta en algún articulo de El País
    http://verne.elpais.com/verne/2015/01/08/articulo/1420705645_083003.html. y Moderna de Pueblo ha respondido en su pagina web http://www.modernadepueblo.com/matas-un-poco-mas-el-feminismo-cuando/
    Me gustaría que, tras este boom de popularidad, conservases una buena parte de seguidores para que tu mensaje pueda tener la difusión que se merece y que permita, como toda buena teoría, despertar interensatisimos y enriquecedores intercambios de opinión como los que he podido leer en el post «Moderna de Pueblo». A este respecto me encantaria saber tu opinión acerca de su libro, porque creo que consigues verbalizar y hallar respuesta a cierto malestar que me producen ciertas situaciones y el libro fue una de ellas.
    Me gusta tu blog no solo por el contenido, sino tambien por el tono y la forma. Lo cual me motiva a continuar leyendo e instruyendome.
    Y por fin, en lo que se refiere a este último artículo tengo una pregunta, que formulo desde el mas absoluto desconocimiento, simplement como algo derivado de la lectura.
    Estoy de acuerdo contigo que no se puede generalizar con respecto a la pertenencia a un genero u otro para catalogar el comportamiento de un individuo. Pero los grandes movimientos que se han enfrentado al poder y a la opresión lo han hecho de manera más o menos notable, excepcionalmente incluso con violencia,¿por qué no el feminismo?¿ha habido mujeres que ejercieran la violencia?
    Un saludo!

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